Estrategias de trabajo social comunitario para el empoderamiento de la zona rural
Community social work strategies for the empowerment of the rural area
Brenda Lisseth Rivas de García 0009-0000-3600-9099
Universidad Luterana Salvadoreña, El Salvador
brendagutierrez.curc@uls.edu.sv
Cita en APA: Rivas, E. (2023). Estrategias de trabajo social comunitario para el empoderamiento de la zona rural. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales–Relacis,2(1), 16–29.
El trabajo social comunitario impacta positivamente en el empoderamiento de las comunidades rurales al contribuir al desarrollo de las capacidades de las personas para tomar decisiones, gestionar recursos y resolver problemas. El empoderamiento es un proceso complejo que implica el desarrollo de la autonomía, la capacidad de acción y la toma de control sobre la propia vida. Para el presente artículo se llevó a cabo una revisión científica a partir de una búsqueda de información confiable en torno al tema; partiendo de una lectura comprensiva y crítica. Esta revisión ha sido sistematizada, a fin de incluir la esencia de la información de los autores consultados por medio de libros, páginas web y artículos de revistas indexadas. Esta revisión permite inferir que el trabajo social comunitario promueve la participación y cooperación, construyendo así redes de apoyo y confianza que son esenciales para el empoderamiento. Además, ofrece oportunidades de aprendizaje y capacitación que ayudan a desarrollar las habilidades y conocimientos necesarios para tomar decisiones y resolver problemas, así como a comprender los derechos y oportunidades, lo que conduce a un mayor sentido de agencia y empoderamiento.
Palabras claves: Trabajo social comunitario, empoderamiento, comunidades rurales, sociología rural.
Community social work has a positive impact on the empowerment of rural communities by contributing to the development of people's capacities to make decisions, manage resources and solve problems. Empowerment is a complex process that involves the development of autonomy, capacity for action and taking control over one's own life. For this article, a scientific review was conducted based on a search for reliable information on the topic, starting with a comprehensive and critical reading. This review has been systematized, in order to include the essence of the information from the authors consulted through books, websites, and articles from indexed journals. This review allows us to infer that community social work promotes participation and cooperation, thus building networks of support and trust that are essential for empowerment. It also provides learning and training opportunities that help develop the skills and knowledge needed to make decisions and solve problems, as well as to understand rights and opportunities, leading to a greater sense of agency and empowerment.
Keywords: Community social work, empowerment, rural communities, rural sociology.
El trabajo social es una profesión que tiene, entre otros fines, brindar bienestar social a las personas y las comunidades; una de sus ramas es el trabajo social comunitario que se centra en la comunidad. Esta modalidad de trabajo social parte de la idea que las personas tienen la capacidad de resolver sus propios problemas si se les brinda la oportunidad y el apoyo necesarios. En el caso de las zonas rurales, el trabajo social comunitario puede ser una herramienta clave para el empoderamiento de las comunidades. Esto se debe a que las zonas rurales a menudo enfrentan desafíos únicos, como la pobreza, la desigualdad y la falta de acceso a los servicios básicos; por lo que el trabajo social comunitario, desde la búsqueda de sus propósitos de facilitar el acceso a la justicia social y el bienestar de la población, puede ayudar desde su campo de acción al desarrollar sus habilidades para la toma de decisiones, organizarse para la acción colectiva y acceder a recursos; para de esta manera empoderar a las comunidades rurales a superar estos desafíos y mejorar su calidad de vida.
Según Limón y Duarte (2020) “la intervención del trabajo social es vista como una forma consciente y planificada de acciones con propuestas metodológicas que proporcionan a individuos, familias y grupos la orientación necesaria para contrarrestar sus necesidades y problemas” (p. 19). Es por ello que el trabajo social, como profesión, tiene una vasta área de incidencia desde sus formas de intervención, individual, grupal y comunitaria; en ese sentido, tiene una estrecha relación con la sociología rural al compartir el mismo fin que es alcanzar las metas de las comunidades rurales. El trabajo social aporta estrategias, técnicas y herramientas que tienen un efecto positivo en el trabajo con poblaciones rurales; a través de la intervención comunitaria se pueden dinamizar de forma específica aquellos territorios que necesitan de formación y asistencia en la identificación de liderazgos y en la promoción humana para la explotación de potenciales en la creación de proyectos concernientes a la agroecología, ecosostenibilidad, género y medio ambiente, emprendimientos rurales, entre otros.
En este contexto, hacer trabajo social comunitario desde la zona rural implica, como lo expone Pinilla et al. (2017), la ejecución de tareas específicas que serán claves en los objetivos a lograr. Estas tareas pueden incluir la identificación y evaluación de las necesidades y recursos de la comunidad, la promoción de la participación y empoderamiento de los miembros de la comunidad, la planificación e implementación de programas y proyectos de desarrollo social, la facilitación de la comunicación y el diálogo entre diferentes actores, la promoción de la equidad y la justicia social, así como el monitoreo y evaluación de las intervenciones realizadas. Estas tareas son fundamentales para promover el bienestar y mejorar la calidad de vida en la zona rural.
Asimismo, Silvestre (2022) señala que la necesidad esencial de reconocimiento humano se manifiesta en tres esferas: el amor, el derecho y el respeto. Esta afirmación puede ser argumentada basándose en la teoría de reconocimiento de Axel Honneth. En la esfera del amor, las personas se reconocen mutuamente como seres necesitados de cuidado y afecto. Este tipo de cuidado que manifiesta el autor, se debe promover a nivel comunitario, rompiendo con la premisa de que el cuidado debe ser abordado a nivel personal, basado en relaciones familiares o en contextos profesionales (Silvestre, 2022). Desde el ámbito legal, las personas se reconocen como sujetos de derecho y validan sus obligaciones de tipo moral y social, dado que su ausencia es motivo de subestimación tanto a nivel individual como colectivo.
Por tanto, este reconocimiento es esencial para la promoción de la responsabilidad social que motive a las personas a formar parte de cualquier tipo de iniciativa. De la misma forma, el respeto forma parte de ese reconocimiento dado que su falta tiene consecuencias negativas tanto en el ámbito individual como comunitario dejando cicatrices que se enmarcan en la ausencia de respeto representado como una humillación. El enfoque crítico del trabajo social comunitario implica promover el reconocimiento de las personas y grupos que componen las comunidades, para contribuir a su desarrollo y bienestar, de tal manera esto se aborda con la promoción de la educación sobre los derechos humanos, el desarrollo de mecanismos de resolución de conflictos para promover el respeto mutuo y la construcción de redes de apoyo que brindan a las personas un sentido de pertenencia y dignidad.
El trabajo social siempre ha de guiarse por un orden lógico que oriente el quehacer del profesional partiendo siempre de la identificación de aquellas necesidades expresas de la comunidad. Para esto, el profesional en trabajo social debe ser una persona capaz de identificar con éxito los problemas sociales de la zona rural buscando el equilibrio con el sentir, las costumbres, bondades y particularidades de las personas que habitan el área rural a intervenir. En este sentido, el trabajo social comunitario debe partir de reconocimiento y análisis de las demandas y requerimientos expresados por el colectivo rural, incluyendo las necesidades de afecto y cuidado.
Para ello, el profesional debe ser capaz de comprender el sentir, las costumbres, bondades y particularidades de las personas que habitan el área rural a intervenir. Esto permitirá establecer relaciones de confianza y empatía con la comunidad, necesarias para promover el reconocimiento mutuo y el cuidado comunitario. En la actualidad, el trabajo social comunitario se ha convertido en una herramienta clave para el empoderamiento de las zonas rurales. Desde esta perspectiva, resulta fundamental entender la importancia de esta práctica en el desarrollo de capacidades de los miembros de la comunidad. Además, es necesario fortalecer el capital social de la zona rural, lo que permitirá el desarrollo de habilidades y conocimientos necesarios para enfrentar los desafíos del entorno.
Asimismo, es preciso promover la concienciación sobre los problemas locales y su impacto en la vida cotidiana de la población. Todo ello, contribuirá a visibilizar los problemas y a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El objetivo de este artículo es explicar las estrategias de trabajo social comunitario que se utilizan para el empoderamiento de las comunidades rurales. En las siguientes secciones, se explican los componentes específicos de cada una de estas estrategias.
Esta profesión desempeña un papel fundamental en el crecimiento y desarrollo de las habilidades individuales, así como en la promoción del bienestar colectivo para tomar decisiones, gestionar recursos y resolver problemas. De acuerdo a Pinilla et al. (2017) “el trabajador social interviene directamente sobre los problemas sociales combinando recursos de distinta naturaleza y abordando de forma simultánea objetivos de tipo educativo, organizativo y operativo (en el sentido de la resolución de problemas)” (p. 84). Esto se logra mediante técnicas que promueven el aprendizaje y la colaboración como por ejemplo las técnicas que facilitan el juego como forma de aprendizaje y de interacción en dónde el trabajador social funge como facilitador teórico y las personas participantes construyen conocimiento a partir de su participación; desde la cual incluye y abonan al proceso el enriquecimiento del aprendizaje basados en sus propias experiencias.
No obstante, cualquier acción del trabajador social, para que pueda ser exitosa, deberá respetar las realidades y la cultura del medio en el que se encuentra. El trabajo social en el área rural, sin duda, es una de las formas más enriquecedoras en que el profesional puede crecer dado la diversidad que ese contexto ofrece. El trabajo social en la zona rural no solo tiene un impacto positivo en el desarrollo de las comunidades, sino también en el propio crecimiento y desarrollo profesional de los trabajadores sociales. Al enfrentar desafíos y situaciones diversas, los trabajadores sociales pueden adquirir nuevas habilidades y conocimientos que les permitan mejorar su práctica y su capacidad para abordar problemas sociales complejos.
A su vez, esto puede tener un efecto positivo en el impacto del trabajo social en la comunidad rural, ya que los trabajadores sociales estarán mejor preparados para enfrentar los desafíos y necesidades específicas de las comunidades rurales. Este crecimiento y desarrollo profesional a través del trabajo social en la zona rural puede contribuir a mejorar el impacto de la profesión en el desarrollo de las comunidades rurales. Por medio de su interacción con las personas de la zona rural; el profesional podrá reconocer el potencial que tienen, a pesar de que debido a diversas circunstancias no han desarrollado ni se han planteado hacerlo. Asimismo, es importante reflexionar sobre la cuestión de que las personas que viven en áreas rurales tienden a mostrar resistencia a la idea de relacionar los recursos de su territorio con personas ajenas a su entorno. Esto se debe a la percepción negativa que tienen sobre las urbes, en donde la intervención de sus habitantes en la naturaleza ha resultado en una serie de problemas.
Esta situación dificulta que las personas se muestren receptivas a cualquier iniciativa. En ese sentido, el trabajador social puede ser ese puente que propicie la conexión entre los pobladores de zonas rurales y las oportunidades que la vinculación con agentes externos a su entorno puede ofrecer con el fin de mejorar el reconocimiento y desarrollo de sus capacidades. Existen técnicas especiales que posibilitan ese reconocimiento de las oportunidades de mejora en las cuáles el involucramiento activo de las poblaciones de la zona rural es primordial para lograr resultados que deriven en el empoderamiento de su comunidad.
El empoderamiento se refiere a la capacidad de los individuos y grupos para aumentar su libertad y poder sobre los recursos, acciones y decisiones que afectan su vida. Según Pinilla et al. (2017), el empoderamiento es un proceso político y material que implica el reconocimiento de oportunidades de mejora en las que la participación activa de las poblaciones de la zona rural es primordial para lograr resultados que deriven en el empoderamiento de su comunidad. Básicamente, estamos ante un proceso donde las personas pueden tomar el control de sus vidas y aumentar sus capacidades, visto desde la perspectiva de la comunidad rural, esto impulsa la influencia de las personas en la transformación de su entorno a partir de tomar control de las decisiones que les afectan.
Como lo establece González et al (1996) la comunidad rural es aquella en dónde su población está en contacto con la naturaleza y sus trabajos se enfocan en su mayoría en actividades propias de la ganadería, artesanías y agricultura; sus familias son muy respetuosas de mantener sus tradiciones culturales; destacando en este tipo de comunidades la falta de oportunidades para las personas jóvenes y el acceso a la institucionalidad, lo que resulta en diferentes tipos de necesidades sociales. Para evidenciar estas necesidades de la población, el trabajo social comunitario utiliza técnicas y herramientas que permitan el desarrollo de las capacidades del grupo poblacional a intervenir. González et al (1996) menciona que, en concordancia con la naturaleza de la disciplina, la teoría, el método y objeto de intervención existen distintas técnicas que orientarán la práctica como por ejemplo la observación y el trabajo grupal.
Otros autores como Geilfus et al (2002) presenta diferentes herramientas que propician el desarrollo participativo tales como la lluvia de ideas, la creación de un mapa de ordenamiento comunal, la realización de árbol de problemas, el diagrama y mapeo histórico de recursos naturales, el FODA, entre otras. Para fomentar las capacidades de los integrantes de la población participante, es importante realizar técnicas con la comunidad rural para que su gente sea capaz de reconocer que puede gestionar, organizar y dirigir sus propias iniciativas. Por ejemplo, se pueden realizar actividades en las que sean las mismas personas quienes destaquen por sus características y habilidades, identificando liderazgos natos y en formación.
Esta elección de técnicas y herramientas deberá responder a las necesidades específicas de la población. En el caso de la lluvia de ideas; Geilfus et al (2002) refiere su utilidad en asambleas comunitarias, ya que permite generar la capacidad de participación de las personas para que brinden sus ideas sobre un tema determinado formando así también la capacidad de generar soluciones creativas. Adicionalmente, Geilfus et al (2002) menciona que el objetivo de la lluvia de ideas es la obtención de información, y la herramienta permite que su adquisición sea rápida en la obtención de las ideas de las personas involucradas en la problemática que se está estudiando.
Esta estrategia parte de una pregunta generadora o propuesta de tema y luego por medio de mano alzada o de escribir sus aportes en páginas de papel, las personas van integrando esas ideas a fin de tener un conglomerado de las mismas. La técnica de la lluvia de ideas puede ayudar a las personas a desarrollar su creatividad y su capacidad de resolución de problemas. Por otro lado, el mapa comunitario de riesgos, tal como su nombre lo indica, da paso a la identificación de los riesgos comunitarios por las personas de la zona rural.
Según el Instituto Nacional de Defensa Civil de Perú (INDECI, 2013) el mapa comunitario de riesgos representa “las características de una comunidad, un barrio o un determinado sector, con información referente a los peligros y vulnerabilidades existentes, los recursos disponibles con los que cuenta la comunidad para hacer frente a la ocurrencia de fenómenos naturales”. (p.9)
Para esta técnica, se debe preparar previamente en un papelógrafo un croquis básico del mapa con su ubicación geográfica, a fin de que las personas reunidas en grupo de trabajo coloquen aquellos puntos que consideran de riesgo. La labor del trabajador social será guiar la actividad, desde la misma se puede dar la consigna de que identifiquen riesgos a la salud, de tipo sociales, y/o medioambientales, dando paso al fomento de la capacidad de trabajar en equipo y de análisis de riesgos. Si lo que el profesional de trabajo social necesita es que la comunidad rural identifique el problema principal de la zona con sus causas y consecuencias, una técnica que permite lograr ese objetivo es el árbol de problemas.
Para utilizar el árbol de problemas es necesario llevar un árbol dibujado en un papelógrafo, mismo en el que se deben identificar sus hojas o frutos, su tronco y sus raíces. A partir de este se indica a las personas asistentes que coloquen en él cuál es el problema principal de la comunidad, mismo que estará representado en el tronco del árbol. Para que las personas desglosen la situación problemática, se les solicita que visualicen cuáles son las posibles causas de esa problemática, estas serán colocadas en las raíces; y finalmente se va a realizar el análisis de que este problema tiene consecuencias. Luego que la comunidad ha identificado estos efectos se agregan en las hojas o los frutos.
De igual forma, otra técnica que permite identificar aquellas causas y efectos de una situación problema es el esquema de pescado. Según Candamil et al (2004) el esquema de pescado es una herramienta similar al árbol de problemas, pero se centra en los factores internos y externos que influyen en el problema dando paso a que se realice un debate acerca de la situación que se está abordando. Para realizarla, se dibuja el esqueleto del pescado en un papelógrafo y se solicita a las personas que el problema sea ubicado en la cabeza del esqueleto, y las causas sean colocadas a lo largo del cuerpo del pescado, ubicando primero los factores internos, y luego los externos. Con estas dos últimas, se logra el fomento de la capacidad colectiva de analizar causas y encontrar soluciones; esto les empodera al tomar decisiones a partir de sus propios análisis.
Al participar en la creación de un esquema de pescado, las personas aprenden a pensar de manera sistémica y a comprender las relaciones entre las causas y los efectos de los problemas. Además de todas estas técnicas, una herramienta que se ha vuelto muy popular es la matriz FODA. De acuerdo a Geilfus et al (2002) esta técnica se utiliza para evaluar las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas de una comunidad. Al participar en un análisis FODA, las personas aprenden a evaluar los recursos y las oportunidades de su comunidad; en el ámbito rural, se invita a las personas de la comunidad a reflexionar y discutir sobre estas cuatro áreas. Esto les permite tener una visión clara de las fortalezas y oportunidades que pueden aprovechar, así como las debilidades y amenazas que necesitan abordar.
Con esta información, pueden tomar decisiones informadas y diseñar estrategias para mejorar la situación de la comunidad. Para utilizarla se dibuja en pizarrón un cuadrado o en un papelógrafo y se divide en cuatro espacios formando una matriz. Cada cuadrante contiene una de las letras del acrónimo FODA que representa las palabras Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas. Cada una de estas palabras representa una categoría en el análisis realizado con esta herramienta. En las fortalezas se identifican las cosas positivas internas de la comunidad. Son aquellas características o recursos que la comunidad ya posee y puede aprovechar, como conocimientos locales, habilidades, infraestructura existente, etc. En el espacio oportunidades se identifican las oportunidades externas que pueden beneficiar a la comunidad. Son factores externos que podrían ser aprovechados, como programas de apoyo, recursos financieros, colaboraciones con otras organizaciones, etc.
En el cuadrante de las debilidades se reconocen las limitaciones internas de la comunidad; son aspectos que necesitan ser mejorados o superados, como falta de infraestructura, escasez de recursos o falta de capacitación. En el último espacio están las amenazas, para lo cual se identifican los factores externos que pueden dificultar el progreso de la comunidad. Pueden ser desafíos o riesgos que la comunidad enfrenta, como cambios en las políticas gubernamentales, desastres naturales, competencia con otras comunidades, entre otros. Al finalizar, habrá un cúmulo de información desde el cual realizar toma de decisiones por parte de la comunidad, ya que el FODA es solo una herramienta de análisis, y su utilidad radica en cómo se utiliza la información obtenida para tomar acciones concretas y efectivas en beneficio de la comunidad rural.
Al involucrar a las personas en el proceso de identificación de sus necesidades y desarrollo de soluciones, el trabajo social comunitario les ayuda a desarrollar habilidades y conocimientos que les permiten mejorar su calidad de vida y contribuir al desarrollo de sus comunidades. El trabajo social comunitario ofrece oportunidades de aprendizaje y capacitación que pueden brindar apoyo para el desarrollo de habilidades en las personas y conocimientos necesarios en la toma de decisiones y resolver problemas. Por ejemplo, un proyecto de trabajo social comunitario en una comunidad rural puede ofrecer cursos sobre gestión de proyectos, planificación financiera y resolución de conflictos. Estos cursos pueden proporcionar asistencia para que las personas adquieran las habilidades necesarias para iniciar y gestionar sus propios proyectos.
La ejecución de proyectos de formación en el área rural a través de la intervención social comunitaria es una excelente opción para que la población de la zona rural, sobre todo en zonas alejadas, se motive en lograr una visibilización para su inclusión en las políticas públicas. El trabajo social en este aspecto debe actuar como un catalizador, esto significa facilitar o acelerar un proceso sin ser consumido o transformado en la marcha. En términos más generales, actuar como un catalizador en la zona rural, desde el trabajo social va a significar: facilitar el diálogo y la cooperación entre personas o grupos con diferentes perspectivas. Esto puede ser significativo en el momento de desarrollar propuestas de políticas públicas sectoriales.
También el trabajo social en la zona rural ofrece apoyo y recursos para que las personas o grupos alcancen sus objetivos. Esto a través de la creación de conciencia sobre un problema o una oportunidad, muchas son las ocasiones en que proyectos “innovadores” no han logrado el propósito para el que fueron gestados dado que primero no se trabajó la zona rural en la sensibilización acerca de una problemática que lastimosamente las personas ya habían naturalizado, un ejemplo puede ser, los proyectos de cocina ecológicas. Promover el cambio positivo no es posible si las personas no han considerado siquiera que lo que se va a cambiar es algo negativo.
El concepto de capital social es fundamental para entender la interacción social en la comunidad y su relación con el trabajo social. Como menciona González et al (1996), el capital social se refiere a las “normas, instituciones y organizaciones que promueven la confianza y la cooperación entre las personas en una comunidad”. Esto incluye la formación de redes de relaciones y la confianza mutua que existe entre los miembros de la comunidad.
En el contexto del trabajo social, el capital social puede ser utilizado como una herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas y las comunidades. Por ejemplo, los trabajadores sociales pueden fomentar la participación cívica y la cooperación entre los miembros de la comunidad para abordar problemas sociales y mejorar las condiciones de vida. Además, el capital social puede ser utilizado para movilizar recursos y apoyo para las personas y las comunidades.
Por ejemplo, las redes de relaciones pueden ser utilizadas para obtener recursos y apoyo para las personas que enfrentan problemas sociales, como la pobreza o la exclusión social. Según el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA, 2023), es necesario llevar a cabo una exploración más avanzada sobre aquellos problemas que causan la extrema pobreza que se experimenta en las zonas rurales. Problemas como el cambio climático, la inequidad y falta de inclusión social, la inseguridad alimentaria y nutricional, la deficiente gestión sostenible de las tierras y sus recursos naturales, la falta de promoción de la investigación científica y tecnológica, así como el poco fortalecimiento de las instituciones y la gobernanza. Todos estos problemas son áreas de interés y de actuación para el ámbito técnico del trabajo social comunitario.
El trabajador social, luego de que ha conocido la zona, y entendido su cultura y costumbres, puede integrarse a la comunidad, lo cual facilita la promoción de la participación, la colaboración y el trabajo conjunto entre individuos y grupos de personas. Esto ayuda a construir redes de apoyo y confianza que son esenciales para el empoderamiento de las personas en áreas rurales y contribuye a solucionar los problemas mencionados por el FIDA. Por otra parte, si bien es cierto que, las zonas rurales tienen sus propios sistemas de subsistencia, aún es necesario brindarles el apoyo suficiente para fomentar la creación de sistemas de cooperación que les permitan alcanzar la auto sostenibilidad.
Por ejemplo, un proyecto de trabajo social comunitario en una comunidad rural puede organizar a grupos de mujeres para que estas puedan aprender sobre sus derechos y cómo
involucrarse en el proceso de toma de decisiones a nivel comunitario. Estos grupos pueden ayudar a las mujeres a desarrollar habilidades de liderazgo y organización, lo que puede conducir a un mayor empoderamiento en su propia comunidad. El empoderamiento de las mujeres a través de la organización de grupos de mujeres puede contribuir al fomento de la cooperación en las comunidades rurales, lo cual es un paso importante para alcanzar la autosostenibilidad. Por medio de la cooperación, las comunidades comparten recursos y conocimientos, desarrollan proyectos comunitarios y gestionan sus propios recursos naturales de manera sostenible y consensuada.
Asimismo, la interacción entre género y medio ambiente es un asunto de vital importancia en las zonas rurales. El género es un eje transversal para cualquier propuesta social, especialmente en los proyectos y programas de la zona rural. A través de técnicas de trabajo grupal se puede poner en evidencia cómo las mujeres suelen ser más afectadas ante los problemas sociales, económicos, ambientales y culturales en las zonas rurales. Por ejemplo, en la experiencia de García et al. (2011), el entregar láminas con dibujos que representen la asistencia a actividades, la toma de palabra en actividades comunitarias, las formas en las que se toma decisiones o se propone mejoras innovadoras en la comunidad, entre otras, permite que surja un diálogo en el que se pueden identificar las brechas en la participación activa de las mujeres de la comunidad. En el ámbito del trabajo social es vital que las comunidades reflexionen sobre este asunto, ya que eso significa un avance en la deconstrucción de paradigmas para así lograr comunidades rurales con mayor igualdad.
Según González et al (1996), una de las premisas del trabajo social comunitario es:
El desarrollo comunitario debe entenderse como un proceso social de cambio, educativo y de organización de la población encaminado hacia el mejoramiento de la calidad de vida, basado en el respeto y en el ejercicio de los Derechos Humanos, condiciones necesarias para el desarrollo social. (p. 52)
El desarrollo comunitario es un proceso que se basa en el respeto y el ejercicio de los derechos humanos; el trabajo social comunitario, por su parte, como lo explica M.G. Ross (1967), citado en Lillo (2001) aporta a este proceso desde el papel de guía, capacitador o experto siendo un facilitador para que las personas puedan comprender sus derechos y oportunidades, lo que conduce a un mayor sentido de agencia y empoderamiento. Asimismo, en la concienciación, el profesional en trabajo social puede ejecutar su labor a través de acciones como talleres inclusivos que involucren a todas las personas dejando de lado algún sesgo o prejuicio.
Esto conlleva el uso de métodos de educación popular o de educación social para adultos, para que el analfabetismo en la población rural no sea un obstáculo para su formación. Según Gallardo (1994), como se cita en González (1996) “la educación social constituye la médula espinal de todo el engranaje técnico-participativo” (p.84) Esto es porque el enfoque del método de educación popular pone en el centro una construcción colectiva del conocimiento, invita a la reflexión crítica y que de ello surja una acción que transforme la realidad social. Su objetivo es que las personas se vean íntimamente ligadas en su propio proceso de aprendizaje; de este modo viene a fomentar su participación activa y crítica.
Este método promueve la idea de que el conocimiento no se transmite en una sola vía, como es el caso de educación bancaria en donde el docente es el único que transmite conocimiento; sino que su propuesta es una construcción de manera colectiva lo cual es dignificante para las personas ya que se valoran por los conocimientos adquiridos en su experiencia de vida. Por ejemplo, un proyecto en una comunidad rural puede ser organizar talleres sobre derechos humanos y medioambiente. Estos talleres pueden ayudar a las personas a entender sus derechos y cómo defenderlos, desde sus posibilidades, desde su propia experiencia, validando y valorando sobre todo esto último: la experiencia de la persona rural.
El trabajo social comunitario ayuda a las comunidades rurales a resolver problemas relacionados a la extrema pobreza, la disparidad social o la marginación. Asimismo, dado que el trabajador social es un profesional que ha sido formado dentro del ámbito sociológico, está capacitado para abordar la transformación de las condiciones de vida de las personas a través del empoderamiento del colectivo del que son parte. El trabajador social también ayuda a visibilizar aquellos problemas ocultos, pero latentes dentro de la comunidad rural, lo que permite el abordaje de estos y así empezar un proceso de deconstrucción en las comunidades respecto a aquellas ideas que generan estos problemas. De esta forma, no se genera una dependencia de la comunidad hacia la labor del trabajador social para abordar estos problemas.
Dentro del marco de los objetivos de desarrollo sostenible planteados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2015), el trabajo social comunitario en áreas rurales desempeña una función significativa para lograr dichos objetivos. A manera de reflexión, se presenta una selección de los objetivos que mejor se alinean con la influencia que los trabajadores sociales ejercen en las comunidades de zonas rurales.
Objetivo 1: Fin de la pobreza: El trabajo social comunitario puede contribuir al fin de la pobreza rural, mediante el fortalecimiento de las habilidades y capacidades de las personas en sus comunidades para generar ingresos y mejorar sus condiciones de vida.
Objetivo 2: Hambre cero: En este objetivo el trabajo social puede aportar desde la erradicación del hambre, a través del fomento de la seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria.
Objetivo 3: Salud y bienestar: El trabajo social comunitario puede tener un impacto positivo en la salud y el bienestar de las comunidades rurales al promover la salud pública y prevenir enfermedades.
Objetivo 4: Educación de calidad: A través de la promoción de la educación inclusiva y equitativa, el trabajo social comunitario puede colaborar en el mejoramiento de la educación en las comunidades rurales.
Objetivo 5: Igualdad de género: El trabajo social comunitario puede desempeñar un papel fundamental en la promoción de la igualdad de género al fomentar la equidad de género y fortalecer el empoderamiento de las mujeres en la sociedad.
Objetivo 11: Ciudades y comunidades sostenibles: El trabajo social comunitario puede contribuir al desarrollo de ciudades y comunidades sostenibles, al fomentar la participación comunitaria y el desarrollo sostenible.
En relación con los objetivos de desarrollo sostenible y el avance de diversas temáticas para el empoderamiento, tenemos, por ejemplo, la experiencia de un grupo de estudiantes de la carrera de trabajo social que durante el 2022 realizaron una proyección social en las comunidades rurales de Guacotecti, departamento de Cabañas en El Salvador que contó con una muestra de 52 mujeres. Entre las conclusiones más relevantes del artículo está que las mujeres de las comunidades rurales de Guacotecti coinciden en la necesidad de formación en temas de empoderamiento, derechos y actividades económicas (Rivas, 2023). Esto es importante dado que las mujeres en el área rural realizan trabajo doméstico no remunerado, por lo tanto, las posibilidades de obtener recursos económicos propios están restringidas a sus condiciones de subsistencia.
Una de las conclusiones más importantes señaló que las mujeres de esas comunidades rurales indican que la satisfacción de las necesidades en salud es un área de suma importancia. Otras de las temáticas mencionadas fueron: talleres de piñatería, cosmetología, costura, matemáticas, manualidades, aprendizaje informal y educación. En cuanto a la formación mencionan temas de emprendimientos, autocuidado, aspectos de salud, cuestiones familiares, asuntos relacionados con la infancia, enfoques de género, temáticas para la tercera edad y problemáticas sociales actuales. Esto evidencia, cómo las mujeres rurales desde su contexto y luego de una intervención comunitaria, reconocen otros aspectos que están escondidos en lo privado de la convivencia diaria, pero que a través de la intervención comunitaria de la profesión de trabajo social pueden surgir desde la sensibilización y el acompañamiento.
En este artículo, se ha revisado la literatura científica sobre el trabajo social comunitario y el empoderamiento de las comunidades rurales. Los hallazgos sugieren que el trabajo social comunitario es una herramienta eficaz para el empoderamiento de las comunidades rurales, ya que contribuye al desarrollo de las capacidades de las personas para tomar decisiones, gestionar recursos y resolver problemas. El trabajo social comunitario es una herramienta valiosa para el progreso de las comunidades rurales; incidiendo mediante la implementación de estrategias enfocadas en el desarrollo sostenible, la participación comunitaria y el empoderamiento. Además puede ayudar a las comunidades rurales a identificar y abordar sus propias necesidades para así alcanzar su máximo potencial.
Asimismo, esta disciplina busca promover el cambio social y la justicia mediante la participación activa de las comunidades, fomentando el desarrollo y progreso de las áreas rurales de forma sostenible y efectiva.
El empoderamiento de las mujeres y niñas rurales es esencial para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las mujeres y niñas rurales son agentes clave del desarrollo, pero a menudo enfrentan desigualdades de género y violencia. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible proporcionan un marco para el desarrollo y empoderamiento de las mujeres y niñas rurales, y el trabajo social comunitario es una herramienta eficaz para lograrlo.
Por último, para que el proceso de empoderamiento en las zonas rurales sea más efectivo, se recomienda que en el trabajo social comunitario se adopte la perspectiva de género, así como la incorporación de las principales cuestiones abordadas en los objetivos de desarrollo sostenible. Asimismo, se deben desarrollar programas y proyectos de trabajo social comunitario que respondan a las circunstancias particulares de las comunidades rurales, así como promover la investigación sobre el impacto del trabajo social comunitario en las comunidades rurales.
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